Amo la comida. Amo cocinar. Amo comer.
Todo empezó cuando tenía 4 años. Mi mamá me dejaba ayudarle en la cocina. Según yo, era toda una chef. A mi papá le encantaba comer chile, entonces le hacía estas sopas de "cubito" con cuanto chile me encontraba a mano. Curry, tabasco, jalapeños. Y el pobre señor llegaba del trabajo y disfrutaba semejante brevaje como si fuera un manjar. Definitivamente es lo que yo llamo tener estómago y mucho amor.
Además del típico quedó congelado, las barbies y demás juegos de infancia, recuerdo que me encantaba jugar de restaurante en el patio de la casa. Las veraneras, geranios y chinas de mi mamá quedaban todas en el balde de tender la ropa. Con agua, un poco de ramas y hojas, dejaba las flores reposar en el sol hasta que el agua se ponía roja. Eso lo servíamos en las tacitas de juguete, por supuesto acompañado con los queques de tierra. A las muñecas les encantaba.
Años mas tarde, cuando estaba en la escuela me levantaba temprano a hacer desayuno y merienda. Digamos que después de esa época le agarré cierta fobia a los huevos, Creo que hice tantos huevos, de tantas formas, que ya cuando llegué al cole no podía ver un huevo ni en pintura. También cabe decir que por puro amor, mi familia se comió los sandwiches de jamón y queso que les hacía todos los días...por casi 5 años, hasta que salí de sexto.
Ya ha pasado mucho tiempo desde las sopitas de chile de mi papá. Ya no soy una chiquita, que va. Pero todavía me emociona la comida, me emocionan los olores, las texturas, los colores, los sabores. Quiero compartir con ustedes las recetas que han estado en mi familia por muchos años, recetas fáciles, recetas para ocasiones especiales y probar recetas nuevas porque todos los días se aprende algo diferente y porque nunca es tarde para aprender o al menos intentarlo!
La vida está llena de sabrosuras!